Quiero dejar de enojarme cuando en el subte la gente me bloquea el paso, o no se acomoden bien en los vagones. Quiero no poner cara de culo cuando en la calle tocan mucho la bocina.
Quiero no refunfuñar más en la oficina cuando no me alcanza el tiempo. Cuando pasan muchas situaciones molestas juntas como que no ande la impresora o esté trabado el ascensor, no quiero pensar que el universo está complotado en mi contra.
Quiero dejar de enojarme con otros compañeros porque no hacen lo que a mi me parece.
Quiero no tener ganas de ponerle cara de adolecente fastidiada a mi mamá cuando hace ciertas cosas.
Me gustaría no quejarme más, o por lo menos muchísimo menos. Atravesar las incomodidades diarias con más paciencia, elevar el umbral de la frustración, sonreír más, tensionarme menos. O para arrancar, al menos sentir la bronca pero no exteriorizarla. Eso ya es algo.
Es difícil pero lo voy a empezar a intentar con más intención, valga la redundancia.
Pintar es un juego serio
Hace 2 meses