Amo los veranitos en épocas de frio. Son como un regalo, un detalle que alguien mete entre otros días para hacer más linda la vida. No me importa que sean pesados, o húmedos, o que tenga ropa de más y la tenga que llevar cargada, igual me caen bien. No entiendo mucho cuando la gente se queja de ellos y está ansiosa para que llegue el crudo invierno. Lo acepto pero realmente no lo entiendo. Una cervecita en una noche cálida en musculosa y ojotas vs el cuerpo contracturado por el congelamiento, la nariz paspada por los mocos y la oscuridad a las 5 de la tarde. Escapa a mi entender. Hoy pude leer en una reposera en la terraza y de paso mirar la luna. Gracias por el regalo.
1 comentario:
La queja es el deporte nacional, o no sabía?
La gente (el colectivo "la gente" me da un poco de gracia, es tan excluyente) se queja si hace calor cuando no debería y añora la fresca, pero si hace frío en primavera se indignan también...
Por ahí es algo contextual, no?
Qué buena onda que disfrute en una reposera. La mía está por caducar en cualquier momento. (Perdón por la extensión, estoy un poco verborrágica).
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