lunes, 26 de enero de 2009

Uy

Así que me fui a Montevideo. Pasé ahí unos días que estuvieron llenos de cosas y parecieron a veces semanas. Las minivacaciones tienen ese efecto, surgen chistes internos, anécdotas, frases que se te pegan y recuerdos como un viaje de verdad pero en miniatura, pony.

Uruguay me encanta. Me animo a generalizar y decir que en ese país nacen todas personas amables, gente de bien.
Nos alojaron unos lugareños amigos que nos hicieron sentir como en casa, o mejor aún, como dijo en algún recital Calamaro. Lástima que nos separen las distancias porque armaríamos una divertidísima banda entre todos. Nunca tuve barra mixta de amigos, espero estar todavía a tiempo.

Y me da mucha envidia que los montevideanos puedan salir de la oficina e ir a la playa a meterse al agua o andar en bici por la rambla y nosotros no. Vaya si me gustaría eso.
Cuando sea vieja no descarto instalarme en Pocitos.

viernes, 16 de enero de 2009

Pasé la semana con menos trabajo no sólo de este empleo sino de todos los que tuve.

Lo único que tuve que hacer fue ir a fichar y controlar unas cosas que estaban editando. Cuando me di cuenta de esto, tomé la decisión deliberada de dedicarle a lo laboral el menor tiempo posible de esos 7 días. Fue casi como un experimento antropológico.
No había quedado nadie adentro de las oficinas que me rodeaban, si quería podía evitar el contacto humano en las 9 hs que dura mi jornada. Y casi lo hice.
Mis actividades fueron diversas.
Me bajé música, la escuché muy fuerte, canté, puse la radio, investigué sobre cosas, leí diarios, hablé por chat, por teléfono, dormí, puse los pies arriba de los escritorios, tomé cafés y me hice picnics ricos, bailé, hice abdominales (mi cuñada me obliga a hacer 150 por día), verticales, vi series por internet y muchas cosas más.
Cuando me aburrí salí a hacer paseos de pares de horas, me compré libros que luego leí, acompañé a gente a ver ropa, miré antigüedades, caminé por barrios siempre evitando la vereda del sol.
Igual hice trampa, porque llegué tarde y me fui temprano más de una vez.
Hoy no va a ser la excepción, así que ya me retiro para volver a ser una trabajadora seria y corporativa el 26 de enero. Bueno, no creo que tanto.

martes, 13 de enero de 2009

Llegó enero y no me fui de vacaciones. Este año me quedé trabajando por primera vez en mi vida.
Por ahora estoy muy contenta con mi decisión. No hay nadie en la oficina y en el canal quedó muy poca gente, ninguno jefe. Entonces comemos juntos, trabajamos poco y nos tomamos tiempos más largos para hacer todo, como el recreo del pucho.
Esperaba menos gente en la calle. No sé si es así todos los eneros pero me imginaba un trayecto más veloz y cómodo en el colectivo. Para mí esta vez se fue menos gente de la ciudad, mis amigas ponele están la mayoría acá.
Así que estamos haciendo planes casi todos los días, bolos, teatro, comidas, asados, reuniones, todos con cerveza de por medio. Mis días de fragilidad estomacal quedaron atrás y como en cada verano, mágicamente soy inmune a la resaca. Es algo de lo más extravagante, pero me pasa siempre, soy una superheroína sólo estival y esos son mis poderes.
Ayer me corté el pelo con la colita puesta. Agarré la tijera y chas chas, me quedó por arriba de los hombros. Después le tengo que pedir a alguna de mis amigas (no confío en las peluquerías) que me lo corte bien, porque así estoy como Josephine March cuando vuelve de vender su pelo por unas monedas.
La semana que viene me tomo unos días, quizás me vaya a Montevideo, y en mayo me voy con dos amigas a Nueva York. Eso me pone bastante chocha.