viernes, 24 de diciembre de 2010

Fiestas decembrinas

Se termina el año y vuelvo al blog después de tanto tiempo a recapitular y pensar en el 2010.
No soy muy amiga de los balances porque tengo la sensación que se siempre me dan en negativo (hay nociones e ideas que se arraigan muy fuerte y es difícil dejarlas atrás), pero hoy me animo a pesar de estar pasando un momento complicado.
2010 empezó con un viaje en pareja a México que disfruté muchísimo y con el nacimiento de mi primer sobrina, Sofía, que hoy tiene 10 meses y es la bebé más linda de todos los bebés del mundo.
Incluyó una mudanza y convivencia, miles de proyectos, entusiasmo (y miedos), la sensación de estar empezando una nueva familia y de tener nuestra casa, conocerme en rol de ama de casa, imaginar un futuro.
Ya más cerca estuvo la separación, la tristeza, una nueva mudanza a un lugar que ya no me pertenece, la etapa de transición horrible que en algún punto pasa, y uno lo sabe, pero mientras tanto es tan indefinida, tan sin forma....
La decisión de irme igual a New York, sola, una degustación de este nuevo estado que no es nuevo, porque mi estado natural siempre fue el estar sola.
Y un viaje por trabajo, de regreso a México y a muchos recuerdos, y mi cumpleaños allá, y de vuelta fin de año, de pronto como siempre.
Pasaron cosas en el 2010, algunas estuvieron en mis manos y otras no, pero sí está en mi como elijo pararme frente a eso, y hoy quiero tratar de sentir aceptación.
Es un concepto que parece poca cosa, pero es muy importante.
Que llegue nomás el fin de año, lo voy a estar esperando mirándolo a los ojos.

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